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viernes, 7 de mayo de 2010

Una tarde cualquiera

Una tarde cualquiera, sí, cualquiera,
no una de esas que se inmortalizan en otoño
de alfombrados parques y guitarra en las aceras,
no, dije una cualquiera,
de aquellas que desfilan por delante y, si acaso,
apenas si dejan el roce del trinar de
un par de pájaros en la memoria,
la mirada vacía y el corazón abierto.

Pero no, yo hablo de otras tardes, una cualquiera,
de esas que se forjan lentamente en la trastienda,
una tarde sin fecha,
sin hora exacta o mes predefinido.
Una, en la que nadie recibió noticia más
cardinal que la rutina misma aborrecida,
esa prisión tan (des)humana de humo
y tiempo carcelero.

Pero tampoco, no, piensa una tarde cualquiera,
una sin amantes, ni de besos escondidos,
sin caricias, ni ruegos, sin perdones,
Una tarde baladí y pasajera,
que dio igual si de mayo o de septiembre,
descobija, apenas deshonrada por el viento,
fardel de los minutos inservibles.

Pues bien, allí me vi,
en esa tarde, tan gris y anodina,
que de lejos, era la vergüenza de las tardes,
yo, poeta bobo, me di cuenta que te amaba.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Cualquier momento es bueno para sentir que se ama.

    Estupendo Salva

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