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viernes, 28 de agosto de 2009

No sé dónde lo aprendí


Sé que el amor existe pero no sé dónde lo aprendí,
quizá fue en la huella de tus besos,
o en el disparo certero, como francotiradores,
de tus pupilas contra las mías.

Sé que el amor existe, quizá lo aprendí corriendo,
-el día antes- para examinarme en tus caprichos,
comprenderlos, recitarlos de corrido:
flor, un beso, café, cine, bombones, caricias y otro beso.
Pero lo habría olvidado igual que ya olvide
los ríos de la Península Ibérica.

El amor existe, lo aprendí quizá sobre tu cuerpo,
improvisando tácticas sincronizadas con tu voz,
movimientos, pulsaciones, anatomía:
Trópico de Capricornio. Abrazarte al terminar.
Pero lo habría olvidado igual que ya olvide
tu olor por las mañanas.

Sé que el amor existe pero no sé donde lo aprendí,
quizá fue en el silencio de tu ausencia,
en el contar las horas con el latido de la angustia,
en el minuto frente al teléfono: Te llamo o no te llamo.
En el seamos sólo amigos, en el démonos un tiempo,
en el aprender a calmar mi piel sin tus caricias,
en la mentira de olvidarte.

Debí aprenderlo entonces, seguro,
porque eso…
eso no he sido capaz de olvidarlo.

lunes, 17 de agosto de 2009

Lecturas vacacionales



Aprovechando el retiro estival he tenido el placer de leer en las últimas dos semanas un par de libros que me han motivado a escribir este post. Se trata de dos libros que me han sorprendido gratamente. No soy persona de ir aconsejando libros pues pienso que los gustos de los lectores son muy variados y cada cual tiene el suyo. No obstante, y dado que el verano es tiempo de lecturas, me atreveré a recomendaros los siguientes libros.

El primero de ellos es After Dark de Haruka Murakami. De Murakami poco se puede decir que no se sepa ya. Estilo propio, elegancia, una capacidad sobresaliente para convertir lo ordinario en extraordinario. Una novela ligera y llena de ritmo.

El segundo es La carretera de Cormac McCarthy. Especial mención me merece este libro. Ha sido una sorpresa en su totalidad. No había leído nada de este escritor estadounidense y la verdad es que me ha encantado. En esta amarga novela, McCarthy da rienda suelta a toda su capacidad compositiva, regalándonos pasajes en los que a veces no sabremos bien, si estamos leyendo una novela o fragmentos del mejor de los poemarios. Una joya.